Las longitudes de onda de la luz (desde el ultravioleta hasta el infrarrojo lejano) afectan al cuerpo humano a través de efectos ópticos, térmicos o de fotobiomodulación, presentando tanto beneficios como riesgos.
La terapia con luz roja mejora la salud de la piel, aumenta la energía celular y acelera la curación para lograr una apariencia juvenil y revitalizada y un mejor bienestar general.